LA GESTIÓN DEL TIEMPO. UNA DE LAS CLAVES DEL ÉXITO.
Hace tiempo alguien me dijo: “cuando tengas que pedir un favor, pídeselo a alguien que esté muy ocupado”. Parece una contradicción, ¿verdad? ¿Cómo va a poder ayudarte alguien que no tiene tiempo?”.
Ciertamente, esta recomendación tiene una buena dosis de realidad y es perfectamente trasladable al alumnado de cualquier etapa. Con una agenda llena de ocupaciones, la única forma de poder cumplir los objetivos es tener una adecuada gestión del tiempo.
Día a día veo en el despacho a alumnos y alumnas que acuden agobiados porque no les da tiempo a estudiar o porque no tienen margen para hacer otra cosa que no sean las tareas escolares y cumplir sus compromisos con los estudios. Según su percepción, la actividad académica se convierte en una suerte de masa elástica que se expande a lo largo de las 24 horas del día. He llegado a encontrar chicos y chicas que, desde esa percepción de la ocupación propia, han abandonado sus salidas de ocio, han aparcado sus actividades deportivas, han dejado de ver a sus parejas… reemplazando estas acciones por atracones de estudio que, a veces, finalizan a las dos o las tres de la madrugada para reanudarse a las cinco de la mañana.
Pero también veo cómo, el alumnado que elige esa vía se estrella en las pruebas de evaluación o abandona los estudios vencido por la ansiedad.
¿Qué solución proponemos? Es relativamente sencilla. Se llama gestión del tiempo. Una estrategia fácil para su aplicación a la rutina diaria es la siguiente:
Realiza un listado con todas las tareas que tienes que hacer en una tarde. Por ejemplo, repasar lo que has dado por la mañana; hacer las tareas que me han mandado para el día siguiente; estudiar para los próximos exámenes… Verás que, cuando hagas ese listado, lo más probable es que no incluyas otras actividades como por ejemplo practicar deporte, salir a dar un paseo, coger el móvil, merendar… Ese será el primero de los errores cometidos: hay que incluir en el listado todas las actividades que se pretenda realizar y ordenarlas de tal forma que, entre las obligaciones, haya momentos de descanso y no emprendamos la inabarcable tarea de pasar todo nuestro tiempo disponible pegados al material de estudio (entre otras cosas porque, entre ustedes y yo, no será cierto).
Una vez hecho el listado, habrá que asignarle tiempo. Pero un tiempo realista. No nos sirve poner, por ejemplo, “estudiar Historia” y asignarle, directamente, tres horas de dedicación. La gestión del tiempo debe realizarse desde la honestidad y con la convicción de que nos estamos proponiendo tareas abarcables y bien distribuidas a lo largo de la semana (no en el último día previo a un examen). Y, como se deduce de lo dicho en el párrafo anterior, en la organización temporal procede la inclusión de aquellas actividades que nos aportan una desconexión de las obligaciones y nos enlazan con el placer, con el ocio, con el descanso… Todo es imprescindible (repito, imprescindible) para poder obtener el mayor rendimiento posible. Tanto el alumnado como las familias deben ser conscientes de ello y no generar un sentimiento de culpabilidad si, en un momento en el que se avecinan exámenes, el alumno o la alumna dedica parte de su tiempo a salir a correr o a ir al gimnasio, por ejemplo. Claro, todo ello contando con que la gestión del tiempo haya producido una adecuad distribución de las tareas en el tiempo disponible.
Finalmente, esta gestión del tiempo generará un beneficio inmediato casi asegurado, pero además será la simiente que permitirá el desarrollo de una de las principales soft skills (habilidades blandas) que se demandan en el mercado laboral. En un mundo frenético, cambiante, en el que las profesiones se hacen interdependientes las unas de las otras… se impone el desarrollo de una serie de habilidades necesarias para la incorporación eficaz el mundo del trabajo. La comunicación, el trabajo en equipo, la creatividad, la resolución de problemas, la gestión de las emociones, el liderazgo… son algunas de las habilidades que, junto con la ya citada gestión del tiempo, se erigen en el podio de las destrezas más demandadas. Sirva esta reflexión como un mensaje redactado con luces cortas y luces largas. Las luces cortas nos ayudarán a la obtención de resultados en nuestra actividad estudiantil más inmediata; las luces largas nos prepararán para demostrar, en un futuro no muy lejano, nuestra habilidad para desenvolvernos en las exigencias del trabajo. Tal vez, si lo hacemos así, volviendo al inicio del texto, seamos una de esas personas a las que, pese a nuestras ocupaciones, nos pidan favores porque saben que tenemos la capacidad de gestionar nuestro tiempo y dar cabida a todo lo que nos propongamos.
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